Tomar decisiones aumenta tu felicidad

La felicidad es una decisión. Y nadie sabe mejor que tú lo que te conviene en cada momento para conseguirlo. ¿Y por qué a veces lo contrario? o simplemente no hacemos ni caso a ese guía interno que nos está constantemente diciendo a gritos que es lo que tenemos que hacer para ser más felices. Y ¿que pasa? pues que hacer lo que uno no quiere y no alineado con lo que eres o no está biológicamente conectado con tus valores, saltan las alarmas. Y es como la mentira, que tiene las patas muy cortas y al final, aunque no lo reconozcas porque te de miedo descubrirte, ese malestar se va haciendo cada vez más presente en tu vida y en los que te rodean. ¿Y cómo detectarlo? Pues te quejas por todo, crees que la culpa de tu malestar es porque los demás no hacen lo que quieres, o incluso te molesta la felicidad de los demás, ¡toma ya!

El estar en lucha con uno mismo cansa mucho, Y por supuesto, cansa también a las personas que tienes a tu alrededor. Pero es una valiosa información que hay que tener en cuenta porque gracias a lo que te molesta o a aquella que sientes que no te gusta, puedes reinventarte y llegar a atraer aquellas emociones que te ayuden a conseguir un mejor estado de ánimo y por consiguiente, mayor felicidad.

Y todo es cuestión de limpiar el cristal de esas gafas a través por el cual llevas mucho tiempo mirando. Otras realidades son posibles y aunque ahora te parezca que no es posible porque tu cerebro te esté dando estas ordenes, es cuestión de que te arriesgues a experimentar esos cambios que te llevarán a vivir todo lo que crees que quizá no es posible, pero que sin duda te está esperando. Si quieres conseguir algo, empieza por tomar la decisión de hacerlo.

Atreverse a tomar decisiones para cambiar tu percepción y generar los resultados que de verdad quieres conseguir, no es tarea fácil. Pero es lo que te empujará a crear lo que de verdad deseas.

Nada pasa por casualidad, y cada situación te traerá un aprendizaje, pero no estés demasiado tiempo dónde no quieres estar. Sólo te hará sentir rabioso, triste, desesperado, frustrado y de mal humor.

Así que sino te gustar el resultado de lo que estás haciendo, no te demores y empieza a tomar consciencia de lo que te gusta y de lo que no.  Pon “patas arriba” tu sistema de creencias y no tengas miedo en echar a andar hacia aquello que deseas con todas tus fuerzas. La atención se nos desvía y se pone a funcionar más en lo que tememos que en lo que queremos. Tu biografía no tiene porqué ser tu destino y tú eres el único que puede diseñarlo. Revisa tus sueños y analiza los frenos que estás poniendo para no conseguirlos. 

Y recuerda, vigila tu círculo de influencia y las personas que están dentro de él. Rodéate sólo de aquellas que hagan sonreír a tu corazón. Las demás formarán parte de tu aprendizaje y si estás dispuesto te harán sanar aquellas partes de ti que más cuesta. Pero las que te acompañan, las eliges tú.

Decidir lo que más nos conviene no es cuestión de valentía. Es cuestión de amor hacia uno mismo. Y a veces estamos un poco escaso de esto. Creemos que la felicidad nos llega del exterior, y nos volcamos más en los demás, pensando que así encontraremos la tan ansiado oráculo de Delfos. Pero la educación y otros aspectos sociales nos han hecho creer que amarse a uno mismo puede denotar egoísmo y falta de generosidad. Es una cuestión de salir de ese sistema de creencias y de valorarnos más. La estima hacia uno mismo es lo que te separa de vivir una vida plena y abundante a vivir en la queja y el victimismo. Y cómo todo es energía, lo que transmites en este estado vital, sólo provoca que todo lo que atraes esté en consonancia con ese cuidado por lo que más importa en tu vida, TÚ

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